27 marzo, 2008

Retorno

El Taparaku --ese alado libre-libertino que somos todos y a la vez ninguno-- se viste, una vez más, de pepino pandillero del colectivo Montoneros. Reabre, pues, renovado, este espacio vital para el ejercicio militante de la ironía. Más todavía: se declara en estado de carnaval movilizado, permanente e indefinido. Hasta las (pen)últimas consecuencias.

Transcurridos alrededor de tres meses de repliegue-descanso táctico, volvemos a la carga estratégica con la convicción que nos caracteriza, con la rebeldía en la que, definitivamente, militamos y con la irreverencia que tenemos como consigna

Hoy, cuando retumban los tambores de guerra, las espadas están desenvainadas y pareciéramos empeñados en mostrarnos los dientes entre bolivianos.

Hoy, cuando el desquiciamiento se apodera de nuestra sociedad, los halcones de ambos bandos se dicen victoriosos y los ciudadanos hemos olvidado cómo hablar un lenguaje común.

Hoy, el Taparaku Montonero viene a ofrecer --pleno-- este espacio para decirnos lo que sentimos, para gritarnos lo que pensamos y, claro, reírnos de nosotros mismos. Porque sabemos que la risa principista bien le puede ganar a la solemnidad y a la muerte. ¡Por goleada!

Qué (re)empiece pues la batalla icónico-verbal. Y que sea total. Pero que sea acá, en esta trinchera, no afuera. En los otros espacios tenemos la obligación de abonar el camino del diálogo plural y la deliberación informada, transitar la impostergable senda de construcción incesante de pactos mínimos de convivencia y cultivar el aprendizaje necesario para vivir juntos.

Nuevamente bienvenid@s, tod@s, a esta urgente aventura compartida.